Después de dos días en Halong volvimos a la capital, Hanoi, y al otro día partimos hacia el sur. Nuestro próximo destino era Danang,ciudad que no llegamos a conocer, porque de allí nos fuimos directo a Hoi an. Hicimos esto porque Hoi an no tiene aeropuerto y la manera más rápida de llegar es ir en avión hasta Danang y de ahí tomar un taxi hasta Ho ian que queda a unos 30 Km.
Ho ian es una ciudad pequeña, muy pintoresca, que queda al costado del río Thu Bon y está bañanda por el mar de la China. Hace unos cuantos siglos fue un centro comercial y portuario muy importante tanto para Chinos como para holandeses, indúes y japoneses. En un momento la ciudad estuvo dividida por un puente, el puente japonés, que tiene una pagoda en una de sus puntas.Parece que ya desde ahí había pica entre Chinos y japoneses,je. De un lado estaba el barrio chino y del otro lado el japonés.
Este puentecito fue declarado patrimonio histórico por la Unesco en 1999, aunque a decir verdad, es una cagadita. Aunque tiene el plus de estar en el casco antiguo de la cuidad, que es realmente muy lindo,con sus callecitas estrechas, sus casas de aire europeo y farolitos en las esquinas.
La ciudad antigua está llena de tienditas donde venden souvenirs, bolsos, almohadones, pañuelos, ropa y calzados. En muchos de esos lugares también se aplica el regateo, aunque no tan descaradamente como en el mercado de la seda. Los precios iniciales nunca son tan elevados pero el precio final tampoco baja tanto. Tampoco te putean como los Chinos ni te persiguen para que les compres.
Esta ciudad es conocida por su sastrería, hay muchísimos locales donde te venden telas o los mismos vestidos o trajes a medida. Después de recorrer la ciudad, tomamos coraje para soportar el calor de meternos a una de esas tiendas y fuimos ha hacernos unos vestidos. Tienen muchos vestidos de muestra y vos elegís el modelo y la tela que te gusta y en el momento te toman las medidas. Los que te atienden, por lo general mujeres, son un poco brutas a la hora de tratarte y de tomarte las medidas, pero indudablemente saben lo que hacen. Después les pagas y te dan un recibito que dice que tu vestido está pago.
Al otro día fuimos a la prueba y ahí nos ajustaron los detalles, a los que nos había quedado chico o grande tal o cual parte. Así que espero tener varios casamientos proximamente, el vestido ya lo tengo, je.
Para el segundo día teníamos dos opciones, o ibamos a la playa del lugar o contratabamos un tour a alguna islita cercana. Nos decidimos por lo segundo, y la verdad que fue una buena decisión. El tour nos llevó hasta Cham Island. Una isla de pescadores realmente preciosa.
Primero nos bajamos en lo que sería el pueblo, donde vivían unas 3000 personas, la gran mayoría pescadores. Anduvimos caminando entre los plantíos, pasando por al lado de los animales y los granos que ponían al sol para que se secaran. Despúes nos metimos en el pueblo,caminamos entre las casas que por lo general tenían las puertas abiertas de par en par, con la gente sentada en el piso, cocinando, durmiendo, lavando. Fuimos hasta una pagoda budista donde teníamos que descalzarnos para entrar y vimos como la gente rezaba, dejaba ofrendas y prendía inciensos.Cuando volvimos al barquito para seguir recorriendo la isla, vimos como llegaba otro barco trayendo comida, animales, gente y vaya a saber cuanta cosa más a la isla, muy salado.
De nuevo en el mar, nos detuvimos he hicimos snorkel. El agua era realmente divina y cristalina pero no pude ver muchos peces. Tragué bastante agua, eso sí.
De ahí nos fuimos a otra parte de la isla, una playita que parecía una postal. Estaba practicamente vacía, consistía en una franja de arena blanca, un parador en la playa y el resto de la isla era de un verde intenso, sin casas ni nada. Nos daba la sensación de que la isla era solo para nosotros. Por ahora la isla Cham viene puntera y sacando varios cuerpos en mi ranking de playas predilectas. Allí almorzamos comida local en el parador de la isla, nos bañamos un buen rato e hicimos la plancha abajo de unas sombrillas hasta que nos avisaron que nos teníamos que ir.
Cuando volvimos a Ho ian la mayoría del grupo decidimos alquilar unas bicis para recorrer la ciudad y dar varias vueltas, entre ellas levantar los vestidos. Alquilamos las bicis por un par de horas y salimos en fila india a recorrer las calles de Ho ian. Teniamos que andar en fila india porque el tránsito era un relajo. En vietnam se toca bocina para absolutamente todo, los semáforos casi nunca se respetan, la gente anda en moto o bici por las veredas, en fin....estuvo muy divertida la experiencia y los mas importante, salimos todos ilesos.
En cuanto a la parte gastronómica, la pasamos bien en Ho ian salvo un día que salimos a comer de noche y primero pasaron por al lado un par de cucarachas y luego nos pasó una rata por al lado dos veces (la cual yo no vi, pero según las gurisas tenía el tamaño de un gato chico). Como ya habíamos pedido la comida (que demoró como una hora en llegar) nos quedamos. Para colmo la comida estaba recontra picante porque nos habíamos olvidado de decirle que fuera "not spicy". Con la boca ardiendo nos fuimos a dormir. Al otro día nos ibamos en un vuelo low cost desde Danang a Nha Trang.
Después sigo con los cuentos..
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