VARANASI.
Realidad: el calor. Tuvimos durante toda la estadía temperaturas que pisaban o sobrepasaban los 40 grados. Cuando me bajé del avión al mediodía, en esa pista desierta, sentí estar dentro de un secador de peluquería gigante, con un viento caliente que me daba en la cara, que me sofocaba. Sabía que India no iba a ser fácil para mí.
Nuestro primer destino fue Varanasi, ciudad sagrada para los indios (o indúes, todavía no me queda claro) y ubicada a orillas del ganges. Fue lo más chocante que pude ver de este país. Contribuyó a ello que fue el primer destino que visitamos . De todos modos me quedé con gusto a poco ya que solo estuvimos una tarde y una mañana allí.
El día que llegamos pudimos pasear algunas cuadras en una especie de tuk tuks, que en realidad eran unas bicicletas acondicionadas con asientos en la parte de atrás, conducidas por unos hombrecitos, muy escualidos.
El hecho de usar la tracción humana no me hacía mucha gracia, pero decidí subirme igual porque el paseo ya estaba pago por la agencia. La cuidad, y el transito son bastante caóticos, muchas vacas y gente caminando por la calle, perros recontraflacos, carros, bicis, motos, todo mezclado.
Nos levantamos muy temprano en la mañana, antes de las cuatro. El amanecer en Varanasi, con la ciudad despertando, cuando el sol todavía no había terminado de salir fue movilizante. Se podía decir que la temperatura era agradable (para lo que suele ser el resto del día) y además corría una brisita porque estabamos frente al río Ganges. Vimos como mucha gente se bañaba o se mojaba, o tomaba de esa agua pues , a su entender, los purifica. Nos explicaban que Ganges significa diosa del cielo; para los hindúes ella es quien baja al río a buscar el alma de los que murieron.
Pudimos ver las cremaciones que se hacen en la orilla. Transcurrían como algo totalmente natural, que no llamaba la atención a nadie, como si fuera otra actividad más. Apenas un grupo de familiares que esperaba mientras los cuerpos se cremaban. Las cenizas son arrojadas luego al Ganges.
También nos contaban que los indúes deben ir por lo menos una vez en la vida al Ganges, si está dentro de sus posibilidades. Hay muchas casas de huéspedes en las cercanías del río para que la gente se quede, pues viene gente desde todo el país.
La religión hindú me resultó una mezcla de fantasía y sentido común, de creencia y de adaptación de la creencia a lo que ellos desean. Por ejemplo, cuando un niño nace los sacerdotes examinan los astros para predecir el futuro del niño. Si pronostican problemas dicen frases sagradas hacen ofrendas para poder evitar o solucionar esos problemas.
Me llamó la atención el hecho de que a mujeres y niños no los creman porque sostienen que los niños no tienen religión y las mujeres embarazas (por llevar un niño) tampoco. Los tiran al río directamente sin ser cremados.
Con respecto a que sensación me dejó India en general... creo que las expectativas influyeron bastante en mi percepción. Yo me esperaba algo aún peor, un lugar super movilizador, chocante. Eso me pasó en Varanasi pero no tanto en el resto de los destinos que visitamos.Me encontré con una realidad en transformación. Pensé que en India iba a ver una pobreza devastadora, un caos total en las calles, y sin embargo, si bien hay mucha pobreza no fue tan distinta ni tan diferente a la que pudimos ver en Nepal o en Camboya o hasta en Vietnam. Quizá vi más niños trabajando o pidiendo. Lo que más me asombró fue la desigualdad. Hay ciudades como Delhi muy desarrolladas, con gente con mucho dinero, con tremendas autopistas, zonas comerciales, transito ordenado, un aeropuerto imponente y todo lo esperable de una gran ciudad.
Quizá también sea porque siempre estoy comparando en mi cabeza con Uruguay y la pobreza y la miseria no es algo ajeno a nuestro país y en cierta medida uno se “acostumbra” a ver situaciones horribles por más que las deteste. No me asombro tanto ver una mujer pidiendo con un niño en brazos o un viejito tirado en alguna esquina, inmutable. Quizá porque ya lo he visto en mi propio país y lo vi también en Camboya y en Nepal.